Entrevista con Héctor Rivero director del Museo Franz Mayer
Héctor Rivero Borrell Miranda es diseñador industrial egresado de la Universidad Iberoamericana y tiene una maestría en museos. Lleva diez años al frente del Museo Franz Mayer. Ha dedicado su vida al tema de las exposiciones; empezó desarrollando exposiciones de tipo comercial e industrial como trabajador independiente y con el tiempo tuvo la oportunidad de entrar en el mundo de la cultura. Entonces empezó a hacer exposiciones en galerías y museos; finalmente, en 1982 ingresó al Museo Franz Mayer, que en ese momento se consolidaba como institución cultural. Fue invitado por el entonces director a colaborar como su brazo derecho; así logró cumplir su anhelo de entrar en una institución donde pudiera tener un ámbito de influencia mucho más amplio y eventualmente seguir diseñando, seguir teniendo injerencia en todo lo que tiene que ver con la parte comunicativa de los museos. Como parte de su compromiso de actualización, hasta la fecha sigue dando clases de diseño en la UIA. Es miembro de Quórum y de Codigram, Colegio de Diseñadores Industriales y Gráficos de México.
Borrell Miranda Director del Museo Franz Mayer
¿Cuál es el objetivo del museo Franz Mayer respecto del diseño grafico, más allá del papel primordial que ha tenido en la difusión de esta actividad?
Para dar respuesta a esta pregunta yo me iría un poquito más atrás: el museo Franz Mayer tiene su origen en una colección de artes aplicadas o artes decorativas. Estos dos términos engloban todos aquellos objetos creados, no como un cuadro o una escultura, que simplemente transmiten por sí mismos un mensaje, sino que además tienen un valor de uso.
La colección es muy amplia; tenemos objetos de cerámica, textiles, plata, mobiliario, también libros y material gráfico que tiene una función, satisface una necesidad, a veces de comunicación, a veces de otro tipo; utensilios y objetos, como pueden ser los muebles.
Entonces, dado que el origen del museo viene de esta colección donada al pueblo de México por un alemán mexicano, el museo toma su vocación y se convierte en un museo de arte con énfasis en artes aplicadas o decorativas.
Desde que se abrió al público, el museo no se limitó únicamente a mostrar su colección, también ha dado entrada a otras manifestaciones, tanto de artes decorativas como de lo que hoy llamamos diseño o sus equivalencias, en exposiciones temporales. Cuando tomamos un mueble antiguo hablamos de antigüedades o artes decorativas, sin embargo cuando esto lo traemos al siglo XX o XXI ya hablamos de diseño. Es una connotación que ya habla de algo más contemporáneo.
Entonces la vocación del museo se amplió y no se limita únicamente a temas del pasado, sino a estar continuamente enfrentando éstos con cosas actuales, que están pasando no sólo en México sino en distintos lugares del mundo. De ahí que las primeras exposiciones que tuvimos en el museo fueran de escuelas como la Academia de Cambridge, en Estados Unidos; hemos tenido exposiciones de vidrio finlandés, de vidrio sueco, ceramistas de distintos lugares, como Japón y todo el centro de Europa; hemos tenido todo al mismo tiempo, muestras de diseño gráfico pero también de objetos de muchas partes del mundo, con la idea de que el visitante al museo pueda tener acceso a manifestaciones de diseño de muchos lugares. Esto afortunadamente se ha podido hacer con el apoyo de embajadas de otros países, que también difunden sus expresiones de diseño en instituciones como esta.
Quizá la exposición de los carteles seleccionados en la Bienal Internacional del Cartel en México ya se ha vuelto una tradición en el museo. Esta exhibición, que hace unos meses cumplió 15 años de realizarse, es hoy en día y ya desde hace mucho tiempo, una institución perfectamente consolidada que tiene una convocatoria y una respuesta impresionantes, y que nos permite ver cada dos años en este espacio lo más importante del diseño de cartel que se hace en el mundo. Esa es una de las características que tiene esta exposición y hay otra serie de actividades que el museo ha promovido para seguir con esta línea, con esta liga entre lo que es el diseño antiguo y lo que se está haciendo en estos días.
Creo que siempre es importante que un museo ofrezca a los jóvenes diseñadores la posibilidad de ver objetos, documentos y libros. A veces, como diseñadores, no somos suficientemente conscientes de la importancia de estas fuentes y de estas experiencias pasadas que nos pueden enseñar mucho; entonces la política del museo, de contraponer el pasado y el presente, es para que el visitante pueda formar su criterio, ampliar su cultura visual, apropiarse de elementos que las instituciones atesoramos, conservamos, exhibimos, estudiamos, en fin. Eso en cuanto al porqué de esta intención de que un museo sea quien muestre esto.
¿Cuál es tu percepción del diseño en México?, ¿hay una identidad y una cultura del diseño mexicano?, ¿está teniendo un posicionamiento en el ámbito internacional?
Creo que México tiene una larga tradición. Puedo decir que, a través de las instituciones históricas que mostramos, podemos hablar sí de una identidad, sí de un diseño propio.
Aunque el tema de la globalización tiene siglos, sí hay una expresión propia, a veces, obviamente, con distintas influencias; pero en definitiva la creatividad está y siempre ha estado presente. Creo que en los objetos que podemos mostrar en los museos, tanto en los nacionales como en los extranjeros, México desempeña un papel importante en el mundo del diseño. Evidentemente nuestra industria es más joven que la de otros países, y por eso sentimos que no podemos estar a veces a la altura de algunos países muy desarrollados.
Por otro lado sí creo que México también tiene lo suyo, lo ha demostrado en distintos foros. Quizá lo que hay en este país es una diversidad muy grande, porque nos encontramos un mercado de diseño internacional, en donde hay diseñadores que tienen acceso por la calidad del trabajo que hacen; y también hay otro mercado local, que se satisface de forma correcta con el diseño que se está produciendo en nuestro país. Algunas de las exposiciones u objetos que se han tenido en el museo pudieron haber sido hechos en México o haberse solucionado muy adecuadamente en nuestro país. Creo que, más que entablar una competencia entre una cultura y otra, quizá podríamos pensar en todas estas posibilidades, todas estas fuentes de información, de inspiración, de referencia. Es importante considerarlas, tomarlas en cuenta y, como siempre, aprender de ellas. Evidentemente tendremos que dar soluciones propias a problemas propios, pero ver cómo lo han hecho otras personas en otros lugares es parte del aprendizaje que nunca dejamos de tener los diseñadores.
¿Cuál sería la problemática del diseño en México?, ¿dónde esta el problema: en la difusión o en la educación?
Yo creo que, en el ámbito de la educación, México está bien posicionado. Estoy seguro de que todas las escuelas de diseño, en cualquiera de sus ramas, están actualizándose. Están viendo hacia fuera y hacia adentro para ver qué necesidades de enseñanza tienen que cubrir.
A nivel de difusión, podemos decir que todavía la profesión es joven, ya no tanto como hace unos años, pero sigue siendo joven; y lo vemos en la medida en que mucha gente no acaba de entenderla y eso es parte de lo que pretende hacer el museo. Cuando mostramos una exposición de objetos antiguos en los que resaltamos el uso, la manufactura, la cuestión creativa, los estilos, las formas, el gusto predominante del momento, estamos de alguna manera haciendo referencia a temas que hoy es importante abordar cuando se habla del diseño contemporáneo. Igualmente, cuando hacemos exposiciones de temas contemporáneos, no todo el público que viene al museo es necesariamente diseñador; la mayoría son personas ajenas al diseño y normalmente se les hace reflexionar en torno a temas que la comunidad de diseñadores tiene muy presentes, pero que otro público no los piensa tan frecuentemente. También es hacer ver que un oficio como el del diseño es una actividad que se basa en estudios, en referentes científicos, totalmente sólida y sustentada; que lamentablemente en algunos medios no se termina de percibir como una actividad profesional y se piensa que es una cuestión de buen gusto, de hacer bonitas las cosas, pero creo que México ha ganado mucho terreno en ese sentido. Hace algunos años veíamos muy difícil vivir de la profesión; hoy hay mucha gente que vive de esta actividad y no sólo vive de ella sino que se generan fuentes de empleo. No sé lo que ha crecido la industria editorial en los últimos años, así como la tecnología que se ha venido desarrollando, pero creo que sí nos habla de que está en un crecimiento bien apuntalado.
¿Cuál es el papel del museo en la educación del diseño?
Una de las características principales y esenciales de los museos en general es mostrar objetos reales. Creo que todos somos conscientes que, en cualquier rama del conocimiento que hayamos estudiado, hemos partido de libros, de fotografías; nuestros referentes han sido mayormente material impreso y cuando un museo nos enfrenta a objetos reales, nuestra experiencia y aprendizaje nos llevan a apropiarnos de esta posibilidad de analizar un objeto, no reproducido en un libro, sino real; a una dimensión y experiencia mucho más rica, como cuando el museo presenta a un diseñador gráfico alemán o la bienal del cartel o una colección gráfica de Toulouse Lautrec. Este poder enfrentarnos con objetos reales es cerrar el ciclo educativo, tener una experiencia de vida. Ese es el papel del museo: no dejarlo en el nivel de un audiovisual, de un programa inter-división, sino esta posibilidad; es decir, posibilita al espectador enfrentarse a un objeto real, tener esa experiencia que no le dan reproducciones o imágenes. Este museo encuentra ese nicho de un mundo que no sólo es de diseñadores, es mucho más amplio, ya que cualquiera puede emocionarse ante un cartel.
¿Cuáles son las estrategias que ha utilizado el museo para acercarse a las escuelas de diseño gráfico?
Evidentemente al museo le preocupa mucho esa comunidad estudiantil, quizá porque en ocasiones no ha sabido encontrar la manera de llegar propiamente a este público, de hacerles ver la importancia de acercarse a una exposición temporal, de ver que cualquiera de las muchas que tenemos, tanto de objetos gráficos, de impresos, les puede generar un aprendizaje. Conscientes de ello, hemos buscado la manera de que alguna actividad vincule la escuela con la exposición que estamos presentando o en general con el museo. Así hemos hecho las invitaciones puntuales a las directivas de las escuelas a las que creemos que pueden interesarles: concursos de diseño de cartel aprovechando la exposición de Tapio Wirkala; visitas especiales, hemos hecho debates, hemos traído conferencistas; en realidad las posibilidades son muchas y no siempre es fácil hacer ese tipo de dinámicas porque no coinciden con los periodos y las temáticas escolares.
Otra de las formas que procuramos es invitar a los maestros para que participen montando exposiciones. Esto también trae frutos y tal vez no podría darte una estadística del nivel de respuesta que hay con las escuelas de diseño, pero hablando de educación en general nosotros siempre decimos que un maestro que visita las exposiciones y logramos enamorarlo de nuestros proyectos, se convierte en el mejor embajador del museo.
Sabemos que esto va a ser transmitido a las aulas y va a poder llegar a un público muy brillante, que evidentemente transmitirá ese entusiasmo y ese deseo de encuentro, de contacto. Sabemos que de alguna manera cuando una persona no conocedora, a veces de niño, a veces de joven, encuentra en una visita al museo esta capacidad de emoción, de descubrimiento de los objetos, de aprendizaje, de apropiarse de conocimiento, de experiencias, automáticamente se convierte en un público potencial del museo, que va a ser parte de la misión del museo: formar gente que analice, que observe, que disfrute de este tipo de experiencias.
¿Cuáles son sus expectativas en el museo en cuanto al diseño en los próximos años?
En el museo, no hace muchos años, el director fundador del museo y yo —afortunadamente yo era su subdirector— intuimos esta necesidad de acercar esta colección de antigüedades al mundo del diseño contemporáneo; y obviamente cuando empieza uno es muy difícil conseguir un proyecto. El museo no tenía credibilidad, todavía era una institución muy joven a la cual difícilmente le prestaban colecciones importantes. Sin embargo creo que el museo, a lo largo de su historia, con más énfasis en sus últimos años, ha ido procurando consolidar esa imagen no sólo en México sino también en el extranjero, y esto también ha permitido ir consolidando que durante el año busquemos un balance entre las exposiciones de objetos antiguos y las de diseño contemporáneo, de las ramas más amplias que se pueden imaginar.
Actualmente estamos trabajando una exposición con apoyo de la UNAM; se está haciendo una investigación para presentar la obra, que hemos descubierto mucho más amplia de lo que nos imaginamos, de la diseñadora cubana-mexicana Clara Porset. El año que entra haremos esta exposición que se va a presentar en distintas ciudades, y probablemente se presente en el extranjero.
La función de premios como el Clara Porset o en su momento el premio Quórum y el premio de diseño que organiza el INBA, es convertir al museo en un foro, en un lugar donde la gente pueda venir a ver qué está pasando, qué se ha hecho en el país, qué somos.
Cuando una persona viene al museo también descubre que el diseño es una actividad que se ha venido haciendo desde hace mucho tiempo y hay valores de los cuales nos podemos sentir muy orgullosos. Podemos encontrar fuentes de inspiración, de reflexión. Entonces el museo va a continuar posicionándose en esta línea. Para el futuro tenemos muchas exposiciones, tanto nacionales como de diseño extranjero. La idea es seguir generando una oferta para que la gente vuelva, tanto los que piensan formar parte del gremio de diseñadores, como cualquier visitante que encuentre que el diseño es una actividad que satisface necesidades, soluciona problemas de todo tipo y creo que para eso es importante esta consolidación en esa línea.
¿Quisiera agregar algo más?
Yo no quisiera hacer una separación entre los diseños, como gráfico, industrial, etcétera.
Una institución como el museo Franz Mayer ofrece esta cultura de diseño. En el segundo trimestre tendremos una exposición de “Cien años cien sillas”, con objetos originales de época; es una revisión del XX por medio de los diseños más importantes del siglo. Quizá esto a mí, por ser diseñador industrial, me emociona muchísimo, pero evidentemente cualquier persona que esté metida en este ámbito también le va a atraer.
En 2006 traeremos a otro diseñador finlandés. También estamos negociando con la embajada sueca, con la embajada de Italia, la danesa, evidentemente con España y Alemania, con los que ya hemos tenido exposiciones. Seguimos reforzando las relaciones, haciendo cuanto sea posible para tener continuamente actividades que sigan ofreciendo esta posibilidad de aprendizaje. Aquí me voy a poner en el papel que, en conciencia, trato de transmitir a mis alumnos en el aula. Somos muy dados a pensar, por un sistema educativo de muchos años, que el aprendizaje acaba cuando me dan mi título, cuando salgo de la escuela. No hay ahí una posibilidad de aprendizaje. Ahora estamos hablando de los museos, pero ¿cuántas veces entramos a una tienda a ver objetos o vamos por la calle viendo anuncios, imágenes gráficas o fotografías? Siempre hay una posibilidad de aprendizaje que tenemos que aprovechar, no pasar entre las nubes sin analizar el objeto en el momento en que podemos guardarlo en el archivo de la memoria, pero no nada más aventándolo a un archivo, sino realmente documentándolo. Así vamos a estar enriqueciendo nuestras posibilidades de respuesta como diseñadores de manera inimaginable.
Las fuentes las vamos a tener diario, frente a nuestros ojos. Entonces podremos estar haciendo un análisis, un ejercicio intelectual que a la larga nos va a redituar muchísimo
Entrevista de Christian Retel
Rivero
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