El uso estético del monstruo en la publicidad, en forma de personajes y mascotas presentes desde logotipos hasta botargas, es cada vez más común. Este texto propone abordar al monstruo como
parte del diseño gráfico, justificarlo contextual y estéticamente dentro de la posmodernidad, y
relacionarlo con la necesidad psicológica de creer en mitos. Se retoma la clasificación de Gilbert
Lascault, se contrasta con la expresión publicitaria y de diseño, y se le integra una categoría extra.
Finalmente se propone un esquema que facilita la creación de monstruos publicitarios.
