Este texto nos ofrece un íntimo y contundente atisbo a las letras en su inseparable significado lingüístico, poético y visual, ilustrado con la grandeza de un poeta, de un editor y de un diseñador que dialogaron con generosidad para que la poesía, la edición y el diseño alcanzaran juntas lo mejor de sí. Posteriormente, se toma esta fructífera relación como anécdota para lanzar un poderoso alegato en torno al tema de la interdisciplinariedad, ya no como mero ideal enunciativo, sino como manera de concebir nuestra práctica.