La eterna olvidada
La escritura puede y debe ser más clara que el habla.
JAN TSCHICHOLD
La tipografía es parte fundamental del diseño de la comunicación gráfica, pero lamentablemente en las escuelas de diseño se ha olvidado por completo. Por ello, este artículo propone fomentar una cultura tipográfica y modificar la enseñanza para comprender mejor las cualidades, belleza e innovada permanencia de la tipografía, y propone no sólo manejar los conocimientos básicos sobre tipometría, diagramación y normas de edición, sino extender estos conocimientos hacia el campo de la indagación, la experimentación y la ruptura. Lo que plantea el artículo ya fue puesto en práctica y trajo consigo resultados sumamente satisfactorios.
Este trabajo fue presentado en el segundo Congreso de Diseño de la Comunicación Gráfica en la UAM Xochimilco en abril de 2005.
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A pesar de la armonía de sus formas, del balance de su figura, de lo refinado de sus gracias, de lo definido de su perfil, de lo inconfundible de su figura, ya muy pocos la miran y menos se deleitan contemplándola.
¡Sí, estoy hablando de la tipografía! Esa eterna compañera del saber, que aún conserva su transparencia y siempre se convierte en invisible para que podamos atrapar el conocimiento sin distraernos en sus formas. Esta gran cualidad de la tipografía se convirtió en una amenaza y desventaja para ella misma. Su compañía es tan necesaria y natural que para muchos ya no existe, tan sólo la reconocen como palabras. Y es más sorprendente que en una carrera de diseño de la comunicación gráfica sea la eterna olvidada.
En ocasiones se le menciona, en otras consisa un problema “saber dónde colocarla” y en muchas más nos hemos olvidado de “todo el saber” que existe detrás de su historia, de la versatilidad de sus usos, y pensamos que “eso” es cosa del pasado, fuera de moda e innecesario.
Pensamos que sabemos todo de ella, pues al operar la última versión del programa de autoedición se resolverán todos nuestros problemas y, a pesar de nuestra ignorancia, lograremos “un buen diseño”. También ignoramos su historia, sus fuertes “amarres” con la caligrafía y todavía no nos damos cuenta del brillante porvenir que tiene en el campo del diseño de tipos digitales.
Esta absurda situación se puede corregir si todos logramos modificar las conductas que nos mantienen en el feliz letargo de nuestra ignorancia. Por mucho tiempo hemos “olvidado” la importancia de la tipografía como un elemento central del diseño de la comunicación gráfica.
Debemos modificar los cursos de teoría e historia para que incluyan dentro de sus programas contenidos de historia de la escritura, de la caligrafía, del libro y de la tipografía, y por fin hablemos de los copistas, de los diferentes modelos de escritura, de la quadrata romana, de la rústica, de la carolingia, de la uncial, de las góticas rotunda, bastarda y textura, de la maravillosa escritura humanística, hasta llegar a la invención de la tipografía; para emprender un nuevo viaje y conocer el maravilloso trabajo de Jenson, Garamond, Manuzio, Didot, Bodoni, Baskerville y todos los antiguos maestros; de los pioneros modernos: Morris, Goudy, Gill, Renner, Morison, Tschichold y, pasando por Miedinger, Frutiger y Zapf, llegar al tiempo actual y reconocernos en el trabajo de Stone, Brody, Licko, Van der Lans, Carson, Patel y Spiekermann, para hermanarnos con Fontana, Pascoe, Martínez Meave, Kimura, Barcha, Cóyotl, los Hula Hula y otros más.
En este largo viaje tendremos que enlazar la historia de la cultura, del arte y de la imagen con los diferentes periodos de la tipografía y entender las condiciones históricas que hicieron posible el surgimiento de las tipografías renacentistas, barrocas, neoclásicas, manieristas, modernas, etcétera, para comprender mejor sus cualidades, su belleza y su “innovada permanencia”.
Podemos afirmar que los alumnos del área editorial tienen los conocimientos necesarios para realizar proyectos editoriales, pues manejan de manera adecuada los principios de tipometría, diagramación y normas de edición; pero en mi opinión debemos extender estos conocimientos básicos hacia el campo de la indagación, la experimentación y la ruptura; rebasar el umbral de lo escolástico e intentar establecer una nueva frontera donde puedan recrearse con el manejo tipográfico. Este tipo de exploración no es nueva, pero muy pocas veces nos hemos permitido hacerla y estoy seguro de que ayudará a lograr una mayor habilidad en los alumnos de la etapa básica de la carrera.
Como un intento de lograr este propósito podemos establecer tres ejes de trabajo a los que denominaremos mecánica, experimentación e ilustración tipográficas. Sus contenidos y supuestos de trabajo podrán ser, para la mecánica tipográfica:
• tipometría
• diagramación y
• estilos.
La mecánica tipográfica incluye tipometría (tamaño, valor de interlínea, largo de caracteres por alfabeto, rendimiento y cálculo tipográfico).
En la diagramación se estudian dimensiones y posición del formato, determinación de los márgenes, número y profundidad de las columnas, asignación del largo de línea de acuerdo con las cualidades del tipo de lector y, como un contenido nuevo, se incluye la valoración del color, el ritmo y la fuerza tipográfica.
En los estilos debemos conocer la clasificación estilística de la familia o fuente, su nombre, el autor del diseño, el año de diseño o edición y la fundidora que la distribuye para su venta. Para la parte de experimentación tipográfica podemos proponer los siguientes supuestos:
• Establecer un orden de lectura.
• Conservar la jerarquía de los planos de percepción.
• Manejar los controles tipográficos.
• Utilizar la diagramación que se estableció.
• Optimizar las cualidades de trabajo del software.
• Llegar al borde de la “desmesura”.
Sin olvidar nuestros supuestos de trabajo, debemos lograr disposiciones alternas, insinuación de orden, jerarquía de contrapuntos, acentos, superposiciones, cadencias, tensiones, distorsiones, predominios e inferencias de significados y lecturas.
Para la parte final, la ilustración tipográfica, sólo estableceremos los siguientes supuestos:
• Abundancia de imágenes que evoquen otros sentidos.
• Trascender el significado literal de las palabras.
• Desmesura visual sin transgredir la insinuada lógica de lectura.
• Evocar múltiples inferencias por medio del texto, texto-imagen, imágenes y colores.
• Esbozar una poética tipográfica.
Como se mencionó anteriormente, esta propuesta puede operar en la etapa básica, distribuyendo cada uno de los ejes a un solo curso, esto es, mecánica tipográfica en un periodo, experimentación tipográfica en el siguiente e ilustración tipográfica en el posterior.
Tendrá que ser un contenido paralelo al Taller de Diseño y, en el caso del último de estos cursos, podría ser el único contenido a desarrollar y aplicar en un proyecto. Es recomendable que en este curso se vuelva a repetir la experiencia del eje de experimentación tipográfica como antecedente y complemento del proyecto.
En un curso reciente me fue posible poner en práctica esta propuesta con un grupo del 6o trimestre de la UAM-Xochimilco. En términos generales los resultados fueron satisfactorios, pero hubo deficiencias en la habilidad para dibujar las letras, pues los alumnos no están acostumbrados a observar detenidamente la figura, los trazos, los remates y las gracias de la tipografía. Tampoco lograron establecer una adecuada relación entre el tamaño de las partes de la letra, por lo que no entendieron la proporción entre ellas, mostrando un claro desinterés por adquirir la habilidad para dibujar letras.
Lograron mejores resultados cuando sólo tuvieron que operar un programa de diseño editorial y entendieron que, con el auxilio del software, es posible tener muchas variantes sobre una misma propuesta y desarrollar un proceso de trabajo más complejo en un menor tiempo. No fue posible, en muchos casos, romper la enorme resistencia a trabajar en un proyecto de manera continua, ordenada, para valorar los resultados, sacar conclusiones y avanzar en las siguientes propuestas; en muchos casos se limitaban a obtener una sola con una o dos variantes.
A continuación voy a describir una parte del material de apoyo que he elaborado y que me ha servido para cubrir los contenidos asignados a los ejes de trabajo ya mencionados.
En primer lugar pretendo mostrar un principio básico de la tipografía: la proporción, la relación entre el ancho y alto de los caracteres. El alumno debe “entrenarse” para percibir las pequeñas diferencias entre una serie de “cuadrados” hasta que logre establecer su propio “cuadrado óptico”. Además debe intentar ver las pequeñas y sutiles diferencias entre esta serie de cuadrángulos, que producen una tensión vertical y que nos muestran un balance diferente para cada caso, hasta llegar al extremo, donde predomina la tensión vertical, por lo que el cuadrángulo adquiere un movimiento ascendente.
A continuación intento que observen cuidadosamente la figura, el tamaño, la masa y el peso de tres formas geométricas básicas: el cuadrado, el círculo y el triángulo. Es fundamental que logremos establecer el equilibrio entre ellas al compensar sus cualidades de tamaño, masa y peso; al conseguirlo entenderemos cómo las diversas figuras, perfiles y espacios de las letras obtienen una adecuada armonía. En mi experiencia docente puedo afirmar que estos dos ejercicios son fundamentales para desarrollar en el alumno una gran capacidad de observación y lograr un refinamiento en su mirar, que le permitirá, más adelante, apreciar en la tipografía las sutiles diferencias en el movimiento y el ritmo tipográfico característicos de cada familia.
Después de entender el espacio, el peso y la fuerza tipográfica es más fácil comprender otros dos aspectos de la tipografía: el tamaño y las medidas, los datos básicos de la tipometría; el alumno debe conocer las normas determinantes del tamaño, medida, peso y fuerza del tipo y debe identificar sus límites, como la línea base, la altura de equis, el límite de ascendentes y descendentes, y los lindes superior e inferior.
Cabe aclarar que los ejercicios tienen un planteamiento central: analizar y conocer de la unidad al conjunto; esto es, primero la letra, en seguida la línea tipográfica, el párrafo y finalmente la página.
Creo necesario “fomentar una cultura tipográfica”. No basta con tener cientos de fuentes instaladas en la computadora, es conveniente saber el nombre de las que más usamos. ¿Quién es el autor?, ¿qué fundidora la distribuye?, ¿cuál es el año de su edición?, ¿hay versiones de otra fundidora?
Debemos obtener toda la información disponible de las fuentes de nuestra “paleta tipográfica” y estudiarla a fondo para analizar sus semejanzas y distinguir sus pequeñas y sutiles diferencias, así como sus rasgos y gracias más características. Figura, perfil, espacio, contraespacio, ritmo, tensión, peso, armonía y color tipográfico deben ser las cualidades que nos “obliguen” a seleccionar una tipografía sobre otra y no la simple moda o nuestra “cómoda ignorancia”.
Un aspecto que hemos descuidado es el color tipográfico, el negro de la tipografía sobre el blanco del papel. Es necesaria otra manera de mirar a la tipografía; la letra tiene peso y color, la línea también tiene su tono, el párrafo su gradiente cromático y la página su intensidad, lograda por la armonía y balance de sus elementos, blancos y negros, orden y estructura, jerarquía y secuencia, además de sus planos y acentos.
Otro ejercicio muy importante es el uso de las plecas, pues de acuerdo con su posición, peso y color contribuyen a distinguir la jerarquía del texto y del articulación de los párrafos y columnas. Es necesario explorar todas sus posibilidades de posición en la diagramación de la página y lograr una destreza en su uso. Actualmente este trabajo se simplifica gracias a las posibilidades ofrecidas por los programas de autoedición para utilizar este importante recurso tipográfico.
Posteriormente procuro trabajar con los dos siguientes ejes: experimentación e ilustración tipográfica. Para realizar los ejercicios se propusieron unos versos del poema de Pablo Neruda, “Oda a la tipografía”, y se dio la opción de diagramar otro poema. En estos ejercicios siempre se conservó un orden de lectura, una jerarquía de los planos de percepción y la retícula de diagramación, sobre todo, se intentó explorar los límites o bordes de la “desmesura”. Estas dos etapas fueron de una incansable indagación con el fin de lograr los supuestos planteados.
Otras prácticas muestran las deficiencias para observar los aspectos generales de las letras, su forma, tipo de perfil y proporción entre sus partes y sus elementos, haciendo clara la distorsión del espacio de cada letra así como la incapacidad para mirar los detalles de los remates y gracias. Un ejercicio obliga al alumno a mirar la tipografía de otra manera; no vemos palabras, sino miramos un valor tonal. Tenemos que recordar y aplicar lo anteriormente aprendido: el peso y el color de la letra, el tono de la línea tipográfica y el gradiente cromático del párrafo, para establecer un color tipográfico. Al enmarcar una parte de la columna aislamos algunas líneas de texto y establecemos un valor tonal en una escala de grises. Nos auxiliamos de una barra superior en la que se marca la equivalencia tonal de la tipografía que estamos analizando; en la parte inferior y a lo largo de toda la ventana repetiremos el valor tonal asignado. Después en la parte lateral de la columna se traza el cuerpo central y se rellena con el mismo valor gris; de esta forma simulamos el gradiente cromático del párrado. Al final aumentamos el valor de la interlínea y tenemos que observar detenidamente los resultados. También exploramos las posibilidades que se obtienen para las columnas de una página y los valores tonales de las plecas.
Después de este entrenamiento visual puede asegurar la habilidad adquirida por los alumnos para “mirar” de otra manera la tipografía y descubrir otras formas de expresarse a través de ella, como lo muestran el resto de los ejercicios.
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Etiqueta:Didáctica, Tipografía